Los lobos marinos de Cabo Polonio
Si hubiera que nombrar solo dos o tres cosas que destaquen al Cabo Polonio, la mayoría incluiría a los lobos marinos en su lista. Y es que la figura de los lobos es indisociable del balneario, no solo como una especie que da identidad al entorno ecológico, sino por el papel central que ha tenido en el proceso de población del lugar. La historia de los lobos en el Cabo es, de alguna forma, la historia del Cabo. Una historia con varios reveses que te invitamos a recorrer, desde la explotación privada y estatal entre los siglos XIX hasta su protección como especie.

Breve reseña histórica de los lobos marinos en el Cabo Polonio
Las primeras faenas y el pasaje al Estado
Las primeras construcciones que se levantaron en Cabo Polonio fueron, precisamente, a causa de los lobos marinos, por el año 1806. Eran depósitos usados para la matanza de lobos, cuando José Brañas realizaba las faenas autorizadas por remate público. El sistema siguió vigente hasta 1910.
La explotación pasó a manos del Estado en 1911, con la idea de tener un control económico y un manejo prudente del recurso natural. Se creó el Instituto de Pesca y se construyó una fábrica permanente que requería personal para el trabajo, lo que hizo que creciera la población del Cabo.
La figura del lobero
Así empezaron a llegar nuevos pobladores a Cabo Polonio, principalmente familias rurales que combinaban la agricultura con la pesca artesanal y la lobería. Aparece el “lobero” como un nuevo oficio, dedicado a la faena de los lobos marinos. Se les extraía principalmente el cuero para realizar ropa, pero también se producía aceite mediante procesos industriales.
En épocas invernales, estos hombres se metían en el mar con un garrote para realizar la matanza. En palabras de un antiguo poblador del Cabo, conocido como “El Zorro”: “Lo primero que sientes es frío. Un frío terrible. Te mojas al ir y te mojas al venir. Y andas siempre con la misma ropa en pleno invierno, porque la zafra es en el invierno… Luego andas todo el día sin comer, porque este trabajo se hace sin comer. Si acaso un pedazo de pan que tú te llevas… Así es que además de frío lo que se siente es hambre. Hambre y cansancio, y ansias desesperadas de que aquello se termine de una vez por todas…” (fragmento extraído de "El último santuario", de Néstor Gandulia y Silvia Scarlatto.)

Lobos marinos al sol en las rocas del Cabo, vistos desde arriba. Foto de Yann-Arthus-Bertrand.
El fin de las faenas
La caza de lobos marinos siguió hasta 1998, cuando el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca creó un decreto de protección de los lobos marinos y cetáceos con el fin de reducir su mortalidad.
Los loberos, por supuesto, tuvieron que readaptarse ante el fin de su oficio. Uno de los personajes emblemáticos del Cabo Polonio que vivió desde los inicios la explotación lobera y pasó por esta etapa de transición fue el “Rubio Pereyra”. Él lideraba las matanzas en la zona, realizadas por compañías inglesas. Luego, cuando pasó a ser regulado por el Ministerio de Ganadería, quedó en un rol de cuidador de los galpones donde se realizaban las faenas. Cuando se prohibió la caza, estas construcciones quedaron en desuso.
Alejandro Gallinares, poblador permanente de Cabo Polonio recuerda que el Rubio fue uno de los responsables de la construcción del pueblo. La función del Rubio cuando culminó la matanza era cuidar la propiedad de la tierra del Ministerio, pero igualmente se construyó el poblado. “Rubio siempre era la figura oficial que abría las puertas y con su forma campechana hizo la vista gorda para que la gente construyera sus casitas”.
El avistamiento de lobos es hoy una de las principales atracciones del Cabo. Nadie se va de Cabo Polonio sin subir al faro para observar a los lobos marinos en su hábitat natural, panza arriba, durmiendo al sol. En las Islas de Torres y en la Isla del Marco de Cabo Polonio, se concentran casi la mitad de las poblaciones de lobos finos y leones marinos de Uruguay. Además, al haberse suspendido la “zafra lobera”, estas áreas son utilizadas para la reproducción y la cría, lo que genera permanente crecimiento.

La actualidad de los lobos marinos tras el fin de las faenas
Para informarte de las leyes y decretos vinculados a la vida marítima hacé click aquí.
Escenario de cambios
A mediados del 2009 se generó un marco de protección aún mayor para los lobos marinos, cuando el Cabo Polonio ingresó al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) (para ver todas las consecuencias del ingreso al SNAP, podés leer nuestro reportaje sobre la propiedad en Cabo Polonio). Las colonias de lobos son protegidas dentro de los ecosistemas que el SNAP busca preservar, ya que además el área de rocas es el único asentamiento continental de lobo fino del país.
En este contexto de protección, los pescadores artesanales se ven amenazados por la disminución de la pesca, debido a que los lobos marinos se alimentan con los peces que encuentran en la costa. Sobre esto, Alejandro nos contó que los pobladores se quejan de la superpoblación de lobos. “El pescador tiene que ir más lejos en el mar porque los lobos comen muchos peces y compiten, rompen las redes”. Agregó que por esto ha disminuido la pesca artesanal ya que “es muy costoso salir a pescar, gastan mucho en combustibles”.

La pesca artesanal en el Cabo se ha visto afectada por la superpoblación de lobos (Foto de Andrés Landinelli Oroño)
Sin dudas, los lobos marinos han sido los habitantes naturales de Cabo Polonio y han sufrido en carne propia las consecuencias del extractivismo. Aún resta encontrar la forma más saludable para que el pequeño pescador no salga perjudicado sin amenazar a los lobos y su entorno, que son parte inalienable de nuestro patrimonio natural.
*Imagen de portada: Leo Álvarez

